Las aspiradoras son, en general, electrodomésticos robustos y duraderos. Es muy habitual adquirir un aparato de este tipo y disfrutar de sus prestaciones durante muchos años, sin prestarle mucha atención a su mantenimiento. Pero esto no quiere decir que no debamos tratarlas como es debido.
Conserva el manual de instrucciones.
Aunque son aparatos que no requieren estudiar ingeniería, nunca está de más poder echar un vistazo al manual, a la hora de realizar algunas tareas de mantenimiento (cambiar la bolsa, limpiar los filtros o los rodillos, etcétera).
Trátala con cuidado.
Antes de realizar las tareas de limpieza, procura despejar las áreas a aspirar de elementos con los que pueda chocar (sillas, mesas, papeleras, paragüeros…). Fíjate en lo que estás aspirando, pues se podría dañar la manguera. Evita aspirar elementos afilados o cortantes, o muy pesados. Además, evita aspirar sobre superficies húmedas (salvo que, por ejemplo, sea una aspiradora con filtro de agua).
Vacíala periódicamente.
Si tu aspiradora es de bolsa, cámbiala antes de que esté totalmente llena, tendrás más potencia de succión y evitarás forzar el motor. Si es sin bolsa, aplica la misma idea y ve vaciándola antes de que se llene.
Limpia el cepillo.
Es importante limpiar también el cepillo del polvo, hilos, pelos, etcétera que pueda acumular. Además de ocasionar un mal funcionamiento de la aspiradora, en algún caso podrían llegar a ocasionar obstrucciones y/o a forzar el motor más de lo imprescindible.
Limpia los filtros.
Por el mismo motivo, si vas limpiando los filtros, tu aspiradora funcionará mejor. Algunos modelos tienen filtros lavables, mira las instrucciones del tuyo.
Revisa las ruedas.
Periódicamente, limpia las ruedas para evitar que la suciedad que puedan tener pegada manche o incluso raye el suelo.